La Daga Obsidiana
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Intereses Cruzados

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Mensaje  Valeus Sáb Sep 19, 2015 6:28 pm

(Bueno, en busca de algún hobby en los momentos de ocio dieciochero, decidí ponerme a escribir pequeñas historias acerca de la familia Tejealba, espero que lo disfruten :3)


La imagen de Lunargenta en llamas era el único foco de luz en la extensa niebla nocturnal, mientras el joven elfo caminaba entre ella. El fétido olor a sangre coagulada, carne en descomposición y muerte abarrotaba todo la tierra. Mientras sus ojos se posaban en algunos de los fuegos visibles de la zona, sus pies comenzaron a recobrar el sentido, y el dolor regreso. El caer sobre sus rodillas, el sentir la tierra mojada por una lluvia muerta, el ver como los muertos que aún permanecían en el suelo miraban su alma en pena...eso lo despertó.

Valeus despertó solo, sus ojos abriéndose súbitamente mientras sus brazos impulsaban su torso fuera de las telas que lo cubrían. Una gota de sudor recorrió su frente en pocos segundos, cayendo desde el puente de su nariz hacia el cobertor morado que adornaba la lujosa cama dalariana. El mago observo los detalles de la alcoba, tratando de buscar un escape a la pesadilla que lo había atormentado los últimos días. El olor a comida, el escuchar la ciudad vibrar de vida, incluso mientras flotaba en el frio del continente de Rasganorte, lo llenaban de recuerdos, recuerdos cuando él creía que todo era más fácil, más acogedor, más hermoso.

"Bendita ignorancia juvenil." Pensó, mientras se secaba las restantes gotas de sudor de su frente con un paño, que encontró en la mesa de noche, junto a algunos papeles y pergaminos. Su apartamento en una pequeña casa Dalariana era lo de lo más normal para un mago apostado en la capital de la magia. Libros, cristales, notas, comidas a medio consumir y sustancias indescriptibles daban el espejo de que el elfo que habitaba la pequeña estructura era uno más de los cientos que estaban allí. Valeus miro hacia la puerta, donde colgaba rústicamente con un cuchillo, una carta oficial de los Atracasol. Aethas Atracasol había invocado a a diversos magos de diferentes clases sociales, razas, sexos y cualquier otro calificativo, que pertenecieren a la Horda, para ayudar en el frente. La campaña contra el Rey Lich llevaba varias semanas, pero todavía el avance se tornaba lento para los altos mandos.

Valeus giro, tratando de olvidarse que asunto lo había traído al norte del mundo, y trato de recordar algo más apetecible. Digo trato, porque en el mismo momento que se disponía a seguir durmiendo, un golpe llamo a la puerta. Valeus giro los ojos, tratando de reducir el número de ruidos que hacía para tratar de disuadir a su buscador de empeñarse en su accion. Otro golpe elimino cualquier intento de reconciliar el sueño, y ahora el mago se giró para observar la puerta. Estrecho su mano hacia esta, y con un movimiento de muñeca, la puerta se abrió con un chirrido de no haber sido usada en meses.

Una joven elfa de sangre se paraba en su puerta, acompañada de un mucho más joven Tauren, que aun así le doblaba en tamaño. Ambos entraron sin que el mago dijera una sola palabra. El Tuaren tomo asiento en la única silla que estaba sin algún libro o pergamino en ella, mientras la elfa, que se había percatado del no-tan-sutil habito que tenía Valeus de dormir ligero de ropa, escondía la mirada en los libros de una estantería. Valeus los observo a los dos, para luego simplemente dar un suspiro y volver su mirada al Tauren. "Parece que todavía no se acostumbra. Cuanto llevamos, tres semanas?.."

"Cuatro, pero no se preocupe, jefe, en algún momento Aluna deberá darse cuenta que algunos no usamos ropa para dormir." Dijo el tauren, acompañada de una risa jovial. Vestía una armadura pesada, algo astillada y con algún descorche en las hombreras, pero el marrón del metal contrastaba con el negro pelaje del oriundo de Mulgore, el cual muchos conocían como "El Negro".

La Elfa volteo una mirada juzgadora hacia el tauren, mientras removía un libro de la estantería. "Que gracioso Akars, pero a diferencia de ti, Tauren, Valeus no tiene el pelaje para poder mantenerse en calor durante la noche, lo cual me lleva a suponer que el no estuvo solo anoche." La elfa torno su mirada hacia Valeus, quien se había sentado en la cama. Solo un rastro de las mantas cubrían su regazo. La elfa, ruborizada hasta el cuello, devolvió raudamente la mirada hacia el libro. El mago no tardo en dar un bostezo, para luego mirarlos a los dos. "Bueno, eso podría ser o no ser verdad, pero no es de tu incumbencia. Ahora, ¿podrían retirarse por favor?, debo cambiarme, y creo que Aluna ya está suficientemente satisfecha con lo que alcanzo a ver de mí. Valeus, aunque mago, tenía un buen porte físico, mayormente explicado por sus diversos viajes que hacía en sus ratos libres. Aluna había tomado nota, y sin mencionar una palabra, se retiró de la alcoba. El tauren la siguió, no sin darle una sonrisa burlona a la elfa, y una palmada en el hombro a Valeus.

No paso mucho rato hasta que el elfo finalmente salio de la habitación, ahora en armadura, y camino por el pasillo hacia la entrada de los apartamentos. Volteo la vista a Akars, quien le sacaba filo a su hacha de batalla, y Aluna, quien sostenía dos bastones en sus manos, observándolos. "Porque el tuyo es más grande que el mio?." pregunto la elfa, con un tono de ligera molestia. Principalmente porque yo tengo uno desde antes de esta guerra, y además, no creo que una sacerdotisa curandera necesite un bastón de batalla." Aluna le devolvió la mirada, pero asintió. Valeus camino hacia afuera, mientras el Tauren y la elfa lo siguieron. "Entonces...tuviste compañía o no?." Valeus giro la cabeza para responder al curioso Tauren, pero luego solo dejo escapar una risa y dijo. "Te podría responder....pero es más divertido dejarte con la duda."

Mientras el Tauren se quejaba bulliciosamente, el mago le ignoraba, y la sacerdotisa reía, un chirrido molesto de engranajes sin engrasar emergía de las sombras..

Valeus
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Mensaje  Valeus Sáb Sep 19, 2015 10:57 pm

El olor a putrefacción y restos vivientes chocaba contra la reciente brisa del perfume de Aluna, o con los diversas opciones de Valeus. El no-muerto que había entrado en la alcoba fisgoneaba cada rincón posible de esta, observando todo a través de su capucha de único ojo, tratando de conseguir datos de su nueva presa. Sus dedos carentes de carne tomaban un pergamino tras otro, mientras los tenues ecos amarillos de sus ojos trataban de sacar conclusiones de cada una de los datos que podía sobre su nuevo contrato.

El sonido de pisadas detuvo el ritual que este realizaba con suma delicadeza y cuidado. Como si el mismo Nozdormu hubiera detenido el constante paso del tiempo, él se disponía a escuchar, a analizar y calcular cuánto tiempo poseía antes de que el guardia Atracasol notara la puerta entreabierta. Torno su escuálido cuerpo hacia la puerta, en una posición predatoria, esperanto que el infortunado guardia de turno cometiera el error de entrar donde no debía. Un mal golpe de suerte, pensó, que este tuviera que justo entrar en "esta" habitación. Las pisadas se volvían más cercanas con el pasar de los segundos, mientras las grisáceas manos tomaban las empuñaduras de las espadas gemelas que colgaban de su cinto.

"...La cerveza aquí no es taaaaan mala. Si, tal vez no es lo mismo que la de Orgrimmar o Trinquete, pero no es mala como la que hacen esos repugnantes elfos de noche...sin ofender." Akars hablaba mientras el gigantesco convoy aéreo de tropas se movía desde Dalaran hacia el Cementerio de Dragones. Una nueva ofensiva conjunta entre la Horda y la Alianza en algún lugar que llamaban la Puerta de la Ira. Un nombre que solo servía para espantar críos, según Valeus. "Tranquilo, los elfos de noche son un recuerdo muy lejano de nosotros. Somos...diferentes razas ahora pero... ¿¡ESA ES LA PUERTA DE LA IRA?!"

La imponente estructura de saronita era visible incluso desde el punto más lejano del Cementerio, sus altos muros y pilares como cuchillas hacían palidecer incluso al mayor veterano de guerra. Valeus no tuvo una reacción muy distante de eso. Aluna era muy joven, no podía reconocer la invasión de la Plaga que había dañado tanto Quel'thalas, pero Valeus tenía la memoria fresca, demasiado. Las pesadillas se volvían realidad, las manos temblaban. Solo la suave voz de Aluna, acompañada de un toque en el hombro, logro sacar al mago de su pesadilla lucida. "Valeus...estas bien?, estas pálido...creo que no deberías participar en esta batalla." Valeus torno su mirada a ella, trato de musitar palabras de confianza. Un "No" que le valdría una muerte honorable frente a la Plaga, que podría redimir el honor de su pueblo. Trataba de acumular confianza para soltar un mal chiste, tratar de calmar la preocupación de sus compañeros que se disponían a bajar del transporte. Valeus movió sus labios, pero no se detuvo a pensar, no trato de decir lo que quería, su subconsciente lo traiciono, mientras él se quedaba solo en el transporte. Observando la puerta cerrada, como se alejaba de un destino fatal. De una de las mayores traiciones en la historia...

No pasarían más de dos días antes que Valeus se sintiera más solo en el mundo.


Mientras...

El guardia observaba detenidamente la vacía habitación desde el umbral. El Ke'ldorei observaba con cuidado los papeles desperdigados, pero un suspiro y un movimiento de hombro fue lo único que alcanzo a hacer. "Malditos magos y sus desastres..." El hombre comento hacia sí mismo mientras proseguía su rumbo.
No fue mucho después que el no-muerto salió de su escondite al lado de la puerta. Una mirada hacia la estancia mientras sacaba la el cuchillo de la nota en la puerta.
"Extraño...no es un cuchillo elfico. Interesante." Mientras observaba la carta. Ya sabía dónde buscar: La base de la Horda en Cementerio de Dragones. Mientras cerraba la puerta detrás de él el no-muerto se mezclaba entre las sombras.

Mientras, en un balcón cercano, un fulgor azul observaba la escena, y se retiraba no mucho antes de que el no-muerto lo hiciera...

Valeus
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