Erase un Principio (+18)

Ambos elfos se observaban, sintiendo aquella tensión latente desde hacia tiempo. Solos en aquel lugar, como habían estado toda su vida, respiraban, intentando no pensar lo que alteraba sus sentidos. Aquella estructura era quizás el lugar donde más se podrían aislar del mundo en donde trataban de buscar una verdadera solución a sus emociones.

Seguían cada uno con sus cosas, moviendo un montón de trastos inútiles de aquí a allá. Sus miradas se volvían a juntar de a ratos antes de volver a separarse. Eran, sin lugar a dudas, un reflejo casi exacto el uno del otro.

En aquella constante distracción, la elfa tropezó, solo evitando la caída al ser sujeta por el otro. Este le dedicó una mirada casi suplicante antes de levantarla, sin soltarla. Aquel contacto fue lo último para perder el control. El tibio tacto, la suave piel. Casi sin pensarlo se fundieron en un beso profundo, cargado de un remolino de emociones.

Ella correspondió, abrazándose al elfo mientras este la sujetaba de la cintura, manteniéndose cerca de si. Ambos cuerpos parecían ser uno en aquel momento, mientras las manos del varón iban bajando por el cuerpo de ella. Esta correspondió besando el cuello del otro, quien cerraba los ojos, perdiendo poco a poco el control de si.

Poco a poco las manos de él recorrían zonas más íntimas de ella, quien a esta altura suspiraba deseando que continuase. Él echó una mirada alrededor, levantó a la elfa y la llevó hasta el lecho que compartían. Allí se arrojó encima de la misma, besando cada vez más descontrolado y apasionado los labios y cuello de la rubia.

Las manos del elfo comenzaron entonces a ir metiéndose entre las ropas de la otra quien correspondió haciendo lo mismo con las ropas de él. De aquella forma quedaban cada vez más ligeros, dejando sus pálidos cuerpos al descubierto.

¿Estás segura de esto? - Preguntó el varón, apartándose un momento, observando el delicado cuerpo de la otra, notando casi por primera vez el sin número de cicatrices que enmarcaban aquel cuerpo.

Sabes que lo estoy -. Respondió con seguridad ella mientras se sentaba para besar el cuello de su compañero. Este correspondió besándola en la frente, para luego observar sus ojos con detenimiento.

Ambos sabían que aquel sentimiento era real, y que solo entre ellos podrían complementarse de verdad. Suspiraron cargados de deseo, comprendiendo que aquello era ya inaplazable.

La rubia se recostó con el moreno encima de ella, recorriendo con sus manos la intimidad del otro. Sus cuerpos respondían sin pensarlo, ardiendo de pasión. Se detuvieron un momento a observarse directamente, y antes de darse cuenta, la pasión, el deseo, el éxtasis los había hecho uno.

Los gemidos de placer inundaron aquella habitación, mientras ambos cuerpos se arqueaban intentando estar en mayor contacto el uno con el otro. La agitación era cada vez mayor a medida se acercaban al clímax.

Se tensionaron un instante para luego dar paso a un estado de relajación que jamás habían experimentado con cualquiera ajeno a ellos. Suspiraron largamente, ahora recostados el uno al lado del otro, descubiertos ante todo.

Te amo, hermano -. Musitó ella, observando con mirada limpia al moreno.

También te amo, hermana -. Respondió él, convencido de que pagaría mil infiernos gustoso de vivir aquello más de una vez.

I N C E S T F U L L