Interés y Capricho

Lortlaen Bloodriver, ese soy yo, un muchacho joven que anda transitando la segunda mitad de su segundo siglo de vida. Criado como hijo único por alguien que siempre obtenía lo que quería, no era raro de esperarse que yo fuera igual. Si hay algo que aprendí de mi padre, aparte de que no debes hacer ruido en la noche a menos que quieras que te castiguen, es que si un Bloodriver quiere algo, lo consigue. Mi madre es una muestra de ello, era joven cuando se casó con mi padre, y solo tuvo un hijo con él porque apenas lo soporta, solo le interesa la fortuna que tenemos. Creo que la última vez que los vi juntos fue hace unos 20 años, en el funeral de mi abuela. Y así es como ocurre mi vida... Hay cosas peores, pero creo que las descubrirán luego.

La noche había caído hacia rato en las tierras de Quel'thalas, era Lunargenta el lugar donde más cambios se veían entre el día y aquella noche. Un elfo vestido de ropajes simples aunque bellos caminaba rumbo a una de las conocidas tabernas "para adultos" que había en el lugar. Iba acompañado de algunos guardaespaldas que su padre le había puesto, y si bien le molestaba ir con perros guardianes, le había salvado en más de una ocasión.

Entró en el lugar, pasando una vista rápida por aquellos que ya habían conseguido quien les atendiera, satisfecho de que el rostro que él buscara no estuviera entre ellos. Suspiró cansado antes de sentarse en una mesa algo apartada, observando alrededor, buscando su presa.

- Erialthas ¿Estás seguro que era este lugar? - Preguntó, demandante, mientras observaba al elfo a su costado, este asintió velozmente.

- Si señor Lortlaen, la muchacha trabaja aquí -. Respondió presuroso. El "señor" se cruzó de brazos mientras observaba con curiosidad la barra, esperando vislumbrar aquella figura que le había cautivado.

"Ah, serás mía, jovencita, así tenga que perseguirte hasta el confín del universo, claro que serás mía".

La habitación estaba en perfectas condiciones, cada mueble en el lugar correcto. En la cama yacía una elfa rodeada de varios vestidos de finas telas, una cola sostenía su hermoso cabello color cobre mientras que sus ojos verdes miraban hacia un espejo el cual reflejaba un rostro sin terminar. La elfa se levanto y se sentó frente al espejo, entonces comenzó a hacer lo mismo de siempre buscar la perfección de la cual requería su trabajo.

Pasaron unos minutos, se levanto de la silla y cogió uno de los vestidos de la cama. El mismo era de un color celeste y dejaba al descubierto tanto su escote como su espalda.  Abrocho el vestido en su cuello, mientras la tela caía hasta sus tobillos.

Todo estaba en su lugar pero todavía faltaba para la perfección por esto la elfa dejo caer su cabello lacio, el cual llegaba hasta la cintura. Tomo joyería que había en una cómoda, pero no demasiada, un collar blanco que resaltaba todavía mas el área de su escote y unas pulseras que coloco en su brazo derecho. Para finalizar se coloco unos tacos blancos los cuales estilizaban sus pies de una manera hermosa, estaba todo en orden, se miro al espejo y pudo ver reflejada la perfección de todas las noches.

Abrió la puerta y se encontró con el mismo ambiente de siempre, eso la aburría entonces decidió ver si podía encontrar alguna nueva y joven presa  para salir un poco de la monotonía.

Miro hacia las mesas mas apartadas del lugar, entonces pensó: "Hora de divertirse un poco".

Tras pedir una jarra de cerveza a la cual poca atención le prestaba, Lortlaen centraba su mirada en una búsqueda, él buscaba y buscaba, intentando encontrar aquella figura. Fue al darle un leve trago a su jarra que la vio surgir tras una puerta, como era de esperarse brillaba más que las estrellas, "Esta así para mi" pensó egoístamente el joven mientras se acercaba a susurrarle a uno de sus guardias.

- Traela aquí, allí esta -. Ordenó con un tono de voz algo pomposo, como si decorara sus palabras con su tono de voz. Luego, volteó hacia el otro guardaespaldas y le hizo una seña con la mirada, simple, sencilla, pero que básicamente gritaba "Monta guardia más lejos, necesitaré privacidad".

Luego de ello, se recostó mejor en su asiente, observando con mirada aleonada la figura de la elfa siendo interceptada por su "emisario". Sonrió satisfecho, recargando su espalda para darle un gran trago a su bebida. Aquella figura pronto estaría con él, ya lo había decidido.

Inmediatamente se dio cuenta de que tenia razón, sus movimientos y su actitud lo delataban era la presa que estaba buscando. La elfa suavemente coloco su cabello por encima de su hombro derecho mientras este caía de una forma hermosa.
En ese momento vio que un guardia se acercaba como era de esperarse. Miro al guardia de una forma tan penetrante y seductora, donde cada paso que daba hacia la elfa mas indefenso lo dejaba.

- Seño...señorita, mi...

Rápidamente tomo la mandíbula del guardia y se acerco lentamente a su oído.

- Se lo que tengo que hacer, no te preocupes -. Susurro de una forma tan seductora que dejaba sin habla a cualquiera.

El guardia no contesto nada, para cuando reacciono ya era tarde.
La elfa vislumbro la mesa y camino de forma sensual hacia el elfo que se encontraba en la misma.
Acomodo su vestido largo y se sentó cruzando sus piernas delicadamente, sin dejar de mirar a su presa.

Si bien comprendía las maneras que debía llevar una "dama" que trabajase en un lugar así, no pudo evitar cierta molestia al ver la coquetería con la que trataba a su guardaespaldas. Cuando este último notó la mirada petrificante del Bloodriver dio media vuelta y se quedó montando guardia, esperando que no le cayera la furia del mismo sobre este. Luego de ello, Lortlaen posó su mirada en la insinuante figura de la elfa que residía frente a él, su cuerpo escultural estaba exquisitamente decorado con aquellos ropajes y alhajas.

- Es bueno volver a verte, mi estimada -. Habló con voz clara, como quien esta seguro de cada paso que da. Sonrió con petulancia mientras dejaba su jarra de cerveza en la mesa y fijaba su mirada en los ojos de la elfa.

Podríamos decir que era por lo menos curiosa la forma en la que ambos se miraban, ambos convencidos de que eran el cazador y el otro la presa, que de allí saldrían ganando, y con el otro arrastrándose pidiendo la redención. Lortlaen detuvo la escena un momento al pedir una botella de vino y dos copas para ambos, aquello era algo importante, y en su mente ya estaba celebrando la victoria.

- Verte sonreír de tal forma es un encanto para el alma, creo que podría observarte así durante horas -. Afirmó con petulancia, mientras dejaban lo pedido en la mesa, esbozó una sonrisa seductora y sirvió un poco de aquel vino para ambos. Levantó la copa y clavó su mirada en Sedine -. Brindo, por tu belleza -. Explicó, antes de dar un trago a la bebida -. Pero no vine solamente a contemplarte, bella dama, sino que vengo a ofrecerte algo mejor a todo esto ¿Recuerdas lo que dije hace unas semanas?

"Ven conmigo, no tienes porque vivir esta vida, puedo darte algo mejor". Esas fueron sus palabras, una propuesta que había sido declinada, pero para el Bloodriver ninguna negativa a él era absoluta, si era necesario ser pedante, lo sería, pero nada se le iba a negar, no a él.

- Lo mismo digo, mi querido elfo -. Su voz era dulce pero la mirada con la que sostenía la del elfo trasmitía todo lo contrario.

Sedine tomo una de las copas y mojo sus labios, degustando aquel vino que era uno de los mas dulces y finos del lugar.

- Tan elocuente como siempre, Lortlaen-. La elfa tomo la copa y no pudo dejar escapar una leve risa ante el porque de dicho brindis.

Lentamente la elfa se acerco a su presa y con sus cálidas manos acaricio el rostro del elfo por un segundo e inmediatamente le dio un beso en la mejilla.

- Claro que lo recuerdo, pero debo decirte que mi opinión no ha cambiado-. Su voz seguía tan dulce, al punto de que la respuesta pareciera inocente. Termino lo que quedaba de vino en la copa, miro al elfo mimado y de forma desafiante pregunto.

- Dime Bloodriver... ¿Que es lo que alguien como tu puede ofrecerme? -. Sedine tomo la botella y sirvió su copa a medio llenar.

Las formas, las maneras, los gestos de aquella elfa embelesaban los sentidos del castaño, el cual concentraba su mirada en los ojos de ella para no perderse en las curvas de su cuerpo. Su voz, en cambio, era inconcebible de inocente para alguien en aquel lugar. Aunque quizás fuera el beso en la mejilla lo que más había desentonado. Cualquiera fuera el caso, el Bloodriver estaba esperando la negativa inicial de la rubia, ante lo cual había repasado mil y un diferentes estrategias para obtener lo que quería.

- Es triste escuchar que no has pensado demasiado en lo que te propuse, imaginé por un instante que habías visto las notables ventajas de mi compañía -. Comentó Lortlaen, observando como Sedine se servía más vino, dejó que terminara de hacer aquello para volver a tener la vista de ella sobre su rostro.

El elfo rebuscó entonces entre sus cosas, hasta tomar una pequeña bolsa aterciopelada, la cual a juzgar por su sonido, estaba repleta de piezas de oro. Metió la mano en el mismo y sacó una simple moneda, dejándola sobre la mesa, a mediana distancia entre él y la elfa.

- Se que en esta bolsa tengo suficiente para pagar tu compañía por una semana -. Afirmó para luego quitar de la bolsa un delicado anillo labrado, el cual dejó a un costado de la pequeña bolsa -. Pero no me interesa tenerte contratada, sabes muy bien que puedo ofrecerte una vida mejor que esto, mejores ropas, alhajas que estén a tu nivel, las ventajas de ser mi compañía son muchas y lo sabes.

Dejó sus palabras en el aire un momento, se sirvió más vino, esbozando una sonrisa socarrona, tomó la copa y dio un largo trago, preparado para jugar su carta más importante. Tomó de entre sus cosas un papel, el cual dejó por su lado vacío hacia arriba y luego mira a la elfa.

- Mi oferta no solo te ayudaría a ti -. Dijo, sonriendo sintiéndose victorioso -. Si te quiero conmigo, puedo velar también por los tuyos.

- No te angusties, sabes que siempre me puede encontrar aquí -. Un sentimiento de victoria sobre su indefensa presa, recorría el cuerpo de la elfa.

Termino de servir el vino y sus miradas volvieron a encontrarse, pero el elfo no parecía estar perdiendo el control de la situación. Al contrario su mirada trasmitía seguridad y arrogancia.

- Entiendes rápido Lortlaen -. La elfa trato de atacar nuevamente pero un anillo salio de esa bolsa y las palabras que siguieron a eso descolocaron algo a la elfa.

- No esperaba menos de ti, pero sabes que no hay mejor vida que esta para mi -. Rápidamente volvió a su trabajo y con su mirada trato de dejar acorralado a su presa.

Pero algo pasaba, su presa no estaba para nada sometida, la actitud del elfo decía todo lo contrario. Fue ahí cuando ella entendió que la que estaba perdiendo el control de la situación era ella y fue el siguiente movimiento de Lortlaen que lo confirmo, el mismo saco un papel el cual le dio un control total de la situación.

Sedine no podía ceder, debía conservar la calma. Sus pensamientos invadían cada centímetro de su mente, era imposible saber ese tipo de información sobre ella y claramente no había cometido ningún error en las veces anteriores cuando se veían, podía ser verdad como podía ser una trampa aunque no sabría nada si no lo intentaba pero eso requería establecer un vinculo con un elfo interesado y caprichoso. Ademas de que ella nunca lo amaría o algo así, debería de fingir toda su vida algo que nunca llegaría a sentir. Pero si había algo que era especial para ella y nadie debía meterse con ello eran sus seres queridos.

- Puede que si tengas algo que me interese después de todo. Ven sígueme, hablemos en privado -. Su voz era tranquila pero podía notarse desesperación en la misma. La mirada no ayudaba tampoco, a poco podía mantenerla con la del elfo. Entonces Sedine tomo a Lortlaen de la mano y juntos se dirigieron a una de las habitaciones de la taberna, la elfa había jugado una de sus mas grandes cartas.

Aquella carta había funcionado tal cual lo previsto, y mientras la elfa conducía al Bloodriver este le hizo una seña a sus guardias para que se mantuvieran alerta en la entrada de la habitación a la que se dirigían. Al observar la mirada de Sedine, Lortlaen cantó victoria en su fuero interno, ella no era una muchacha que se mostrara débil ante nada, y aquella inseguridad le hizo saber que estaba todo yendo perfecto, para él, claro esta.

- ¿Ves que al final si tengo algo que te interese? - Se acercó de forma seductora hacia la elfa y acarició con el dorso de su mano izquierda una de las mejillas de esta. La miraba con deseo y lujuria, pero principalmente con el sabor de la victoria, besó la frente de ella antes de apartarse, dándole un instante para "digerir" lo ocurrido -. Eres la criatura más hermosa que he visto a lo largo de mi vida, no existe sobre la tierra mujer que llegue a una décima parte de lo que eres. Brindaría por ello cada noche que me acompañases y cada día en el que te viera.

Hablaba de forma elocuente, enalteciendo la figura de la elfa, ya que si bien era de tomar lo que quería a la fuerza, sabía que había cosas a las cuales era mejor apaciguar. Sabía en parte, que no quería una relación como la de sus padres, quería algo más "amistoso" aunque quizás no fuera esa la palabra, quería una convivencia sincera, donde poder ver a la otra persona sintiendo una pizca de afecto cada parte.

- Si bien estoy convencido de que mi oferta se ha vuelto más tentadora, deberías saber que si dudas, o declinas, cosa que espero no suceda, no tomaré represalias contra los tuyos -. Explicó, sentándose en la cabecera de la cama, recostándose sobre esta misma -. Lo que te estoy ofreciendo es más un negocio de conveniencia, te quiero conmigo, que seas la mujer que acompañe mis días, a cambio, te daré estabilidad económica a ti y a todos aquellos que pidas, sin mencionar que nadie se atrevería a tocar un Bloodriver ¿No te parece un excelente negocio?

Su tono de voz era una mezcla interesante entre quien define un negocio de suma importante y quien intenta conquistar el corazón de una dama. Se cruzó de piernas sobre la cama, a decir verdad no había venido a buscar acostarse con ella, sabía que sería una herramienta de ella para intentar desorientarlo, o que pensara en otra cosa. Pero aquel día, como todos, Lortlaen Bloodriver no caería, solo obtendría lo que quería.

Una vez en la habitación la elfa volvió a sentir como la situación estaba en un punto critico, tenia que distraerlo debía acostarse con el, matarlo no era una opción. Perdería su trabajo y probablemente se difamaría por todas las tabernas "para adultos".

Mientras escuchaba al elfo hablar de su magnifica oferta y de ella como si fuera una mujer maravillosa. Algo que nunca se había cruzado por la mente de la elfa surgió, necesitaba ayuda, debía mantener a su hermano menor y sin mencionar el "problema" de su hermana menor.

Lortlaen seguía hablando mientras se sentaba en la cama como si hubiera obtenido todo, se podía sentir su seguridad y la satisfacción por su "victoria".
Fue ahí cuando algo se le ocurrió, no era el plan perfecto como tener sexo y seguir adelante pero a largo plazo daría sus frutos.

- Esta bien, acepto -. Lortlaen quedo algo sorprendido ante tal seguridad, aunque no pudo evitar mostrar una gran satisfacción al oír la respuesta. A Sedine eso la había irritado bastante entonces para sellar el acuerdo se sentó en la cama junto al elfo, lo miro fijamente y lo beso.

El negocio estaba cerrado y si todo funcionaba como Sedine lo había planeado, en un futuro Lortlaen se arrepentiría de haber fijado su mirada en ella.

A pesar de su exagerada seguridad, el elfo quedó sorprendido ante la resolución de la elfa. A decir verdad estaba preparado para que aquello se extendiera un poco más, en lo cual el expondría las muchas ventajas de unirsele, sin contar los grandes problemas de estar en su contra. Y aunque si bien no era alguien tan temible como su padre, ya había dejado de ser un chiquillo fácil de ignorar.

Sonrió satisfecho entonces, mientras la elfa se acercaba para besarlo, beso al cual correspondió, abrazando la delgada cintura de Sedine con sumo cuidado, como si de porcelana se tratara. Luego de ello apartó el rostro levemente, para poder observar directamente a aquellos ojos verdes que le hubieran encandilado.

- Podría contemplar tus ojos por horas, mi estimada, pero ahora no me queda más que elogiar tu sensatez y buen juicio, sabía que esta propuesta te acomodaría -. Expresó con aquella voz pomposa que me caracterizaba mientras acomodaba un dorado mechón de cabello de la elfa tras una de sus orejas. En verdad estaba embelezado por su belleza, más los dotes de esta en la cama habían sido lo que confirmara su decisión -. Quiero que comprendas algo, Sedine, yo no creo en el amor y esas cosas, por lo que no te pediré que hagas tal cosa, solo pido fidelidad, y con ello tendrás todo lo que puedas soñar.

Dicho aquello se levantó de la cama y dejó la sortija que le había mostrado previamente sobre una mesilla. Se aproximó a la puerta, donde se volteó a contemplar a la mujer que había escogido para que le acompañara a partir de aquel día. Le sonrió, de manera casi amigable, intentando verse menos distante con ella, tratando de comenzar a generar algo similar a la confianza.

- Mañana enviaré varios hombres para que puedas mover tus cosas a una de mis propiedades, si gustas, puedes traer a tu familia contigo -. Comentó mientras se preparaba para salir, se detuvo un instante con la mano sobre el picaporte y miró a la elfa un momento -. De más esta decir que no trabajarás más aquí.

Dicho aquello salió del cuarto y llamó a sus guardaespaldas, dejó a uno de ellos vigilando la puerta de aquella habitación y Lortlaen Bloodriver se fue, satisfecho de haber "ganado" la primera ronda.

La charlatanería del elfo la abrumaba, pero no podía negar que alimentaba su gran ego. La jugada de acomodar el cabello era tan obvia que la elfa tuvo que contener la risa, para no frustrar a su "amado".

- Gracias, ahora los podrás contemplar el tiempo que tu quieras mi querido Lortlaen -. Sedine tenia que cambiar su rol en el campo de batalla. Esta vez su voz trasmitía una sensación de cariño que hacía sonar esas palabras muy reales.

Justo cuando parecía que iba a seguir con sus clásicos elogios, la elfa presto mas atención al siguiente comentario del elfo. Lo miro fijamente y sonrió.

- Entiendo Lortlaen y voy a serte sincera, yo tampoco soy muy afín al sentimiento del amor. Pero te seré fiel Bloodriver-. Se puso de pie, se acerco a la cómoda y por el reflejo del espejo vio como el que ahora era su "compañero de toda la vida" la miraba y como antes de irse le sonrió. Su plan había funcionado, no podía perder el tiempo tenia que poner todo en su sitio.

- No es necesario, pero no discutiré contigo. Claro, tratare de comunicarme con ellos -. La elfa tomo el dibujo de sus hermanos que había quedado sobre la cómoda. Su alma se lleno de nostalgia y tristeza, todavía no estaba preparada. Su mente no dejaba de pensar en cada cosa que había hecho en vano por su hermana, que ya no contaba con el apoyo de Itanis o el hecho de que extrañaba a su hermano menor.

En ese momento la voz de Lortlaen la trajo a la realidad y nuevamente al campo de batalla.

- Me lo imaginaba, fue lo que acepte -. La elfa soltó una risa, guardo el dibujo de sus hermanos en un cajón y comenzó a sacarse sus joyas. El elfo dejo la habitación mientras uno de sus guardias custodiaba la entrada. Sedine no lo culpaba había pensado en escaparse y comenzar en otro lugar, pero el niño rico era inteligente. Camino hacia la puerta y la cerro.

Su forma de vida estaba por cambiar así que debía poner las cosas en su lugar. Dejar la prostitución era una de ellas y debía de hablar con sus "colegas de trabajo", los de la Daga Obsidiana ellos eran su segundo problema a resolver. Agotada se acostó en su cama y el sueño invadió a la elfa por completo.

Todo había salido bien, demasiado bien pensó Lortlaen en su habitación, mientras lanzaba dardos contra un retrato bastante agujereado. En su mano izquierda sostenía una copa de vino, a la cual daba tragos de a ratos. Dejó aquello un momento, mientras sostenía una elaborada sortija de oro.

- "Dasela a alguien que ames" -. Citó para luego bufar, dejando caer la sortija en un pequeño saco de terciopelo morado. Se recostó en su amplio lecho, observando todo aquello con cuerti hastio -. Palabras fútiles, vacías.

Aquella noche durmió revuelto en sueños, despertando al otro día cuando le anunciaran que, cómo cada día al despertar, el desayuno estaba servido. Se vistió con ropas elegantes y se dirigió al salón comedor, donde para variar, comería solo.

- Daeryn -. Llamó mientras se servía algo de jugo de uva en su vaso -. Prepara las habitaciones del segundo piso. Tendremos una nueva... Residente -. Afirmó antes de darle un trago a su bebida, saboreando aún la victoria.

La elfa asintió a la orden y se dirigió a buscar más servidumbre con la que terminar aquella tarea. El elfo por su parte se quedó observando el cuadro que adornaba la habitación. Eran sus bisabuelos, incluso en el retrato se notaba el fastidio que solía representar a las parejas en su familia.

- Erialthas... ¿Crees que todas las tradiciones familiares deban ser cumplidas? - Preguntó al guardaespaldas, dando por finalizado su almuerzo mientras se acercaba al retrato.

- Er... Yo creo señor que usted puede hacer lo que crea con las tradiciones, hay muchas que no le servirán hoy día -. Respondió el guardaespaldas sin entender mucho la pregunta.

- Me imaginé que responderías eso -. Dijo con molestia, antes de voltear hacia la servidumbre presente en la habitación -. Como mi padre esta de viaje, estaré en el despacho, cuando llegue nuestra invitada, diganle como llegar.

Salió del comedor molesto, sintiendo que algo en su "perfecto plan" no era tan perfecto.

A la mañana siguiente Sedine despertó de un profundo sueño y se dispuso a preparar su bello rostro para enfrentar los acontecimientos del día. Esta mañana era distinta a las demás ya que, mientras se maquillaba frente al espejo su mente estaba distendida y relajada. Tomo un sencillo pero elegante vestido el cual resaltaba bastante las cuervas de la elfa, de mangas cortas por los hombros y tapando su escote. Era blanco como la nieve hasta donde empezaba la cintura donde su tonalidad cambia a un color amarillo como el sol. Tomo unos preciosos guantes de seda blancos y los coloco en sus delicados brazos, unos aros bastante grandes de color dorado y para terminar unas zapatillas blancas a la altura de la situación.
Como siempre estaba perfecta, pero algo era distinto. Su papel como depredador había pasado a un segundo plano, era hora de jugar un poco a ser una noble princesa.

- Y pensar que pretendía escaparme por la ventana, pero tendré que saludar a toda esa gente indeseable -. Las despedidas no eran lo suyo y menos una en la cual todo el mundo fingía cariño hacia ella. Era obvio que su "jefa y compañeras de trabajo" no se alegraban por los sucesos buenos mas que por los de ellas mismas.

Tomo una cartera de mano amarilla de terciopelo y le hizo una seña al guardia que Lortalen había dejado para que cargara con sus maletas. Camino hacia la puerta como toda una noble y cuanta mirada de envidia se le cruzo por el camino.

- Ya era hora de terminar con esta vida -. Sedine subió al carruaje que la esperaba afuera y se dirigía rumbo a su nuevo "hogar".

Como había indicado, Lortlaen estaba en el despacho de su padre, rodeado del montón de papeles, de un montón de cosas a las cuales no les estaba prestando ni un ápice de atención. En sus manos residía la misma sortija de oro que la noche anterior, y para variar, una serie de pensamientos, de dudas, que jamás se había planteado con tanta fuerza ¿En verdad tenía todo lo que quería? ¿No era más que un montón de impulsos desoídos? En aquel momento no estaba muy seguro de muchas cosas, mientras palabras ajenas se repetían continuamente en su cabeza. Apartó la mirada de la sortija hacia algunos papeles de cuentas mientras tomaba un trago de su bebida.

- ¿¡Qué es esto!? - Rugió molesto el Bloodriver observando la bebida color uva en la copa de su mano.

- Es... Es jugo de uva, señor -. Respondió tímidamente la muchacha que había traído la bebida.

- ¿Qué? Traiganme algo como la gente, no esta cosa -. Exigió con molestia, levantándose de su silla.

- Es que... Su padre dijo... Que no le traigamos nada con alcohol antes del atardecer -. Expresó la sirvienta, tratando de mantenerse calma.

- ¡Al cuerno con mi padre! - Gritó el elfo mientras lanzaba la copa de su mano al suelo, haciendo que se hiciera añicos -. Limpia eso y luego me traes algo como lo que pedí.

- Si, si señor -. Respondió la joven mientras se acercaba a recoger la destrozada copa.

El elfo apoyó su hombro izquierdo en el costado de la ventana lateral, observando así la ajetreada ciudad desde lejos. Era una buena vista, aunque comúnmente solía darle la espalda. Resopló con molestia, dando vueltas a un montón de cosas en su cabeza. Negocios, planes, ideas, todo era increíblemente fútil en aquel instante. ¿Estaría haciendo lo correcto con respecto a Sedine? Había más en su interés de lo que él mismo creía, de eso estaba seguro ¿Pero qué?

Siguió pensando hasta que escuchó abrirse la puerta. Se volteó, dispuesto a gritarle a quién fuera que lo interrumpiera, cuando observó la elegante figura de una elfa ya entrada en años. El cabello castaño estaba decorado con hilos blancos, recogido en un intrincado peinado, mientras el cuerpo de la dama estaba vestido con joyas y ropajes de calidad. El paso con el que se acercaba a Lortlaen denotaba que era alguien que se sentía dueña del suelo que caminaba.

- ¿Mamá? - Inquirió el elfo, dando un rodeo al escritorio, acercándose a su madre -. No pensé que te vería, hasta donde sabía estabas con tu familia.

- Ah, si... Pero escuché que tu padre estaba de viaje, así que decidí venir aquí -. Comentó la mujer esbozando una sonrisa distante -. Pero ya no soportaba ver a tus tíos, su relación me enferma.

- ¿Te enferma? ¿No era que te gustaba verlos así? - Preguntó extrañado el Bloodriver, observando como se desdibujaba la sonrisa en el rostro de su madre.

- Si... Me enferma de envidia, pero no quiero hablar de eso -. Dijo mientras se sentaba en uno de los elaborados sillones que había en la habitación.

Lortlaen se quedó en silencio, para luego volver a sus cosas, se sentó detrás del escritorio como antes, apartó el anillo del centro de la mesa, dejándolo inconscientemente a la vista de su madre quien arqueó las cejas al reconocer aquella alhaja. El elfo se dispuso a completar algunas cuestiones de negocios cuando la puerta se abrió nuevamente, dando lugar a uno de sus guardias personales.

- Mi señor, la señorita Bloodrose esta aquí -. Anunció Erialthas, y con ello comenzaba un torbellino en la vida de Lortlaen Bloodriver.

El viaje fue tranquilo y cómodo, no hubo ningún tipo de inconvenientes en la ruta, no tardo mucho en llegar a su nueva casa. Le abrieron la puerta del carruaje y bajo del mismo, de la manera mas delicada posible. El paisaje era hermoso, como siempre la ciudad elfa estaba en perfectas condiciones y demostraba la fuerza y dedicación de los elfos de sangre.
Los sirvientes de los Blooderiver se encargaron de las maletas y de mostrarle el camino hacia la casa, era increíble digna de elfos nobles. Por un momento la elfa quedo anonadada por tanto lujo y belleza, no pudo evitar pensar que era todo lo que había soñado de niña pero así como el pensamiento apareció también se esfumo.
Mientras esperaba en una sala de estar, vio como una elfa buscaba desesperadamente en una estantería una botella con algún tipo especial de licor, le dio bastante gracia a Sedine y se encamino a ayudarla pero una figura de un elfo se le interpuso en el camino. Era Erialthas.

- Señorita es por aquí, el señor lo espera en su despacho-. El elfo la llevo hacia una puerta y la hizo esperar unos segundos.

Sedine entro y para su sorpresa Lortlaen no estaba solo, sino que en la habitación yacía una elfa algo mayor. Inmediatamente pudo descifrar la situación, estaba viendo a su "suegra", era hora de actuar sin dejar ninguna sospecha. Probablemente el niño rico no había dicho nada de esto, ya que queria pasar el resto de sus días con una prostituta, alguien con un apellido sin valor. Claramente eso no era algo bueno para los Bloodriver y no solo era un problema de Lortlaen sino que ahora también lo era para Sedine, tenia que hacer algo para poder estar a solas con el elfo. Sedine se encontraba en pleno juego no podía volver atrás, ella necesitaba a Lortlaen y su primera enemiga había aparecido antes de lo previsto.

- Lortlaen antes que nada debo agradecerte por el cómodo y rápido viaje que me has brindado -. La elfa estaba parada frente a un escritorio lleno de papeles, su pose era sutil y elegante como si hubiera sido una niña rica toda su vida. - No quiero ocupar todo tu tiempo, así que seria bueno que hablemos de negocios -. La mirada y el tono de voz en la elfa eran seguros y esperaba que con ello la madre de  su "prometido" dejara el despacho.

Cuando se Sedine cruzó la puerta, Lorlaen se quedó levemente sorprendido de la actitud de ella. No parecía la misma mujer que había dejado la noche anterior en un prostíbulo. La observó embelesado un instante, antes de demostrar la más cruda indiferencia, como si aquello fuera el más fútil de los negocios. Sonrió con malicia cuando ella pidió hablar a solas, era una de las cosas que le gustaba de ella, que supiera que clase de juego estaba jugando sin necesidad de que se le explicaran las reglas.

- Dispenseme un momento madre, requiero hablar con la señorita a solas -. Dijo con voz melosa el Bloodriver, la mujer por su parte se puso de pie, observando a la muchacha frente suyo un momento, como si fuera un insecto.

- Claro hijo, pediré que me preparen una habitación, espero que no te importe que pase aquí algunas semanas -. Dijo la mujer antes de cerrar la puerta tras de si.

El Bloodriver se quedó un momento mirando la puerta, escuchando como los pasos se iban alejando, al momento en que dejaran de oírse se levantó y se acercó a la elfa delante suyo. Le sonrió brevemente antes de tomarla con un brazo y darle un beso apasionado, se detuvo, manteniendo el rostro a escasos centímetros de la Bloodrose. El aroma de su cabello, la suavidad de su piel, su cuerpo entero lo volvía loco... No tenía idea de cómo contenerse demasiado tiempo, y de no ser por la presencia de su madre en aquella edificación haría a Sedine suya en aquel mismo instante.

- ¿Sabes? Te ves hermosa con ropa así... Aunque nada se compara a tu belleza, Sedine -. Dijo, con aquel tono de voz aleonado, pomposo, lujurioso que le caracterizaba.

Se apartó de la elfa, intentando recomponer su actitud de siempre, aquella seguridad que le caracterizaba, pero que llevaba un tiempo flaqueando ante la actitud de la rubia. Volteó hacia el escritorio, donde el anillo que tanto dolor de cabeza le daba aún permanecía ahí. Lo tomó con cuidado y lo guardó en uno de sus bolsillos, esperando que la Bloodrose no se diera cuenta de ello.

- ¿Te molesta si le digo a mi madre que quiero casarme contigo? - Dijo, sin mirarla, observando el escritorio, tratando de ordenar un poco sus pensamientos -. Le diré de ti lo que tu prefieras, la verdad si gustas, no creo que te juzgue, no esta en posición de hacerlo -. Voltea hacia Sedine, observándola con más cuidado -. De todas formas, no va a cambiar mis intereses.

Mientras Lortlaen pedía que su madre saliera de la habitación, Sedine coloco la cartera sobre el escritorio y dejo sus guantes sobre la misma. Pudo sentir la mirada de la elfa y por un segundo se sintió fuera de lugar, que nunca podría encajar en esa sociedad. Después de que la madre del elfo dejara el estudio, sus hombros dejaron de estar tensos y pudo volver su mente al juego.

Sedine iba a jugar su primera carta del día pero Lortlaen se le acerco de una forma tan veloz que casi no tuvo tiempo de apartarse del escritorio. Sintió un brazo en su cintura el cual la sujetaba con gran fuerza y los cálidos labios del elfo. Trato de tener el control pero esta vez el elfo la estaba dominando en su campo de juego, si, el beso había hecho que Sedine se olvidara de todos sus problemas por un instante.
Justo cuando cerro sus ojos podía sentir la respiración de Lortlaen a pocos centímetros de su rostro, abrió los ojos y encontró los ojos que la iban a acompañar el resto de sus días.

- Gracias -. Respondió con la voz mas neutral que pudo, se sentó sobre el escritorio, cruzo las piernas y se apoyo en sus brazos. Desvió la mirada del elfo, miro hacia al piso, respiro profundamente y trato de volver al juego que había venido a ganar.

- Eso es decisión tuya, no creo que sea conveniente decirle que te enamoraste... -. La elfa dejo de hablar y soltó una risa algo burlona -. No seria bueno para ninguno que la gente sepa la verdad, sin importar si tienen derecho a juzgar o no -. La elfa correspondió la mirada del elfo y sonrió -. Deberíamos inventar algo solido y coherente, para proteger nuestros intereses -.

Lortlaen observó con calma como Sedine se terminaba de acomodar sobre el escritorio, sonrió petulante, a su mente parecía una provocación tal gesto, como si desafiara el auto-control del elfo. Se apoyó levemente sobre el escritorio, a un costado de la elfa, mientras cruzaba los brazos escuchándola hablar. Fue casi como una cubeta de agua fría que dijera tal cosa como "enamorado" ¿No le había dicho la noche anterior que él no creía en tal cosa como el amor? Se contuvo, como pudo, de demostrar su desagrado ante aquel término, mostrando aquel semblante burlón de siempre.

- Me imaginé que dirías algo así, preciosa, por lo que estuve sopesando algunas opciones -. Comenzó a decir, con voz pausada -. Ante mi madre, y cualquier otro, eres hija de un gran mercader, piensa el nombre que gustes, que actualmente ya no reside en Quel'thalas. Sus negocios le mantienen ajetreado. Y esto, por supuesto, es un matrimonio por conveniencia. Esto último no es del todo falso ¿No crees?

Se movió de su lugar, dispuesto a servirse algo de vino, cuando recordó el incidente de hacía escasos momentos. Suspiró largamente, pensando en que quizás, y tan solo quizás, no debería dejarse llevar por sus impulsos. Aquello le resultó, internamente gracioso ¿Aquella situación no era más que un impulso orquestado por sus deseos? Lo era, y se había dejado manejar por ellos casi como un niño.

- Mandé preparar la habitación colindante con la mía -. Comentó, retomando la compostura, hablando con una sonrisa levemente pícara -. Como hija de alguien importante no quedaría bien que durmieras en la misma habitación que tu prometido sin contraer nupcias ¿No crees? Aunque si gustas pasar la noche conmigo, no me opondré en lo más mínimo, dejo la decisión en tus manos.

Sedine escucho atentamente la propuesta del elfo, una vez termino de contarla la elfa supo que serviría aunque no del todo, sus padres se darían cuenta de que era todo una historia inventada pero supuso que podía manejar a un par de suegros que se odiaban entre si.

- Es una buena propuesta, tiene algunos detalles pero los podemos pulir sobre la marcha -. El tono de voz era seguro y desafiante -. Elije tu el nombre, no soy buena para eso.

La elfa acomodo su cabello y volvió a prestarle atención al elfo, ciertamente estaba un poco cansada de jugar. Aunque no se molestaría si el elfo cedía ante su próximo movimiento y terminaran en el cuarto del mismo.

- Supongo que tienes razón -. Sedine se acerco lentamente al elfo, tomo su mandíbula y le susurro al odio, con el tono de voz perfecto. - Aunque si nadie se entera... -. acto seguido la elfa mordió la oreja de Lortlaen suavemente y paso su lengua por el cuello de este, sintió el sabor y la textura de la piel de su presa.

Sedine tomo la mano del elfo y le sonrió lo mas dulce que pudo, esperando que el elfo cayera rendido. Era hora de poner una pausa y disfrutar de algo donde ambos pudieran descansar.